Para aprender más de cómo llevar la cultura a la acción, conversamos con Andrés Chirinos, Gerente General de Grupo Naos en Perú y un apasionado por la cultura.
Andrés es deportista por naturaleza y desde muy joven se enamoró de las olas y de la adrenalina de controlar una tabla de surf; esta experiencia le enseñó sobre disciplina, paciencia y sobre todo, esperar el momento perfecto para brillar.
Trasladando estos aprendizajes al mundo laboral, Andrés aprendió a disfrutar de la experiencia del liderazgo y entendió que cada persona es una ola que debe abordar de forma diferente. Con esta premisa, ha creado una cultura centrada en las personas, en sus necesidades, en sus sueños y en sus capacidades; Grupo Naos se ha convertido en un lugar en el cual todos pueden brillar por sus talentos y donde la vulnerabilidad y el levantar la mano es bien visto.
Ahora bien ¿Quién es Andrés y cuál es su rol en Grupo Naos?
Andrés es español, con nacionalidad venezolana y después de vivir en varios países, hace 13 años llegó a Grupo Naos para aportar visión y crecimiento. Actualmente vive en Perú y es el Gerente General de esta empresa multinacional francesa que produce y comercializa productos dermocosméticos de higiene y cuidado de la piel bajo marcas como Bioderma e Institut Esthederm.
Su pasión está clara «formar a otros líderes que lo ayuden a mantener y a seguir construyendo una cultura organizacional que favorezca la confianza y que permita a las personas trabajar felices y de forma eficiente, persiguiendo un gran propósito en común.
Andrés también es deportista y combina su vida entre la empresa y las olas.
La cultura de Grupo Naos es particular, Andrés y todo su equipo motiva a la compañía a cocrear, pues se han dado cuenta que este es el único camino para innovar. También es una cultura vulnerable, en la que todas las personas puedan decir lo que sienten, levantar la mano cuando algún proceso no está funcionando bien o simplemente encontrar a un líder dispuesto a escuchar.
Para lograrlo, han construido varios rituales y uno de ellos es «café cultura», un espacio en el que Andrés invita a las personas a tomarse un café al inicio de la jornada; lo hace de manera individual y según nos contó, es un espacio en el que no se habla de trabajo sino de la persona.
«Yo todos los días invitaba a alguna persona a desayunar, nos tomábamos un café, conversábamos y me daba tiempo de conocer la persona detrás de ese cargo. Les pedía que no habláramos de trabajo porque para eso había otros espacios, y los invitaba a que me contaran de su vida, de sus sueños, de cuánto se demoran en llegar al trabajo o qué es lo que más disfrutan hacer. Ahora con esta virtualidad me ha tocado repensar estos espacios, pero no importa la forma, importa el fondo y finalmente lo valioso es poder conectarse con las personas».
Andrés Chirinos.
Este ritual también está conectado con una creencia de Andrés: en la empresa hay espacio para todos, todos pueden brillar. Partiendo de este concepto, ha motivado a las personas a pasar de competir a colaborar, de entender que todos brillan desde sus talentos y que definitivamente «el medio a que el otro brille más que uno crea un ambiente de serpientes».
Esta analogía la asocia a la fábula de la serpiente y la luciérnaga, en la que la serpiente persigue y trata de comerse a la luciérnaga pero no lo consigue y cuando esta le pregunta ¿por qué me quieres comer? la serpiente le responde «porque no soporto verte brillar».
Promover una cultura competitiva, donde se valoran los resultados por encima de las capacidades, puede generar un «ambiente lleno de serpientes» y para evitarlo, Andrés reconoce a las personas desde sus capacidades y habilidades blandas. Eso sí, este no fue un trabajo de un día para otro, esta lección lo aprendió después de cometer muchos errores y de un trabajo interno.
«Me gusta decir que la cultura es un tema de carácter, estrategia y coherencia. Carácter para que todos entiendan y compartan la visión, estrategia para saber cómo compartirla y coherencia porque no puedes decir algo y hacer lo contrario; definitivamente una promesa no cumplida destruye la cultura».
Todo este trabajo ha llevado a Andrés a identificar 4 claves fundamentales para gestionar cultura y que se resumen en la «ley de las 4D»: definir, demostrar, demandar y difundir.
«Definir es cuando transmites claridad y alineas expectativas; demostrar es liderar con el ejemplo, demandar es retar y difundir es compartir con toda la organización lo que estamos haciendo».
Finalmente, Andrés también coincide en que para que todo esto funcione y para que la cultura sea una realidad se debe inspirar; inspirar a las personas desde el ejemplo, inspirar a las personas a decir la verdad e inspirar a las personas a apropiarse de la cultura declarada porque precisamente fue construida según las necesidades del negocio.
«Hagas lo que hagas, el camino más efectivo para lograr lo que te propones es inspirando a las personas y motivándolas a que brillen; repito: hay espacio para que todos brillemos, aprendamos a reconocer a las personas desde sus talentos y direccionemos nuestra cultura hacia este modelo».
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