La riqueza intergeneracional es una de las mejores muestras de vitalidad cultural en una organización. Su madurez podría compararse con la suma equilibrada de las edades de sus líderes, elegir muy bien esta balanza es determinante para el éxito de todo equipo de trabajo, su conexión con el propósito y su incidencia en la estrategia.
Aquí nos detendremos en las canas en el liderazgo. No sobra aclarar que la referencia a las canas no tiene que ver con profundizar estereotipos, insinuar lugares comunes ni mucho menos propiciar falsos dilemas entre extremos que de ningún modo ayudan a comprender la riqueza que aporta cada generación al desafío de liderar las transformaciones y retos de las organizaciones. Solo pondremos énfasis en características destacadas que aportan las canas al liderazgo, canas que son reflejo de la experiencia, los logros y los fracasos, las lecciones y las frustraciones, las apuestas perdidas y las ganancias a veces no tan planeadas, en definitiva, el valor de las canas.
4 ganancias que llegan con las canas:
1. La perspectiva: Con las canas, gran parte de las situaciones se viven de manera más ponderada al poder tener referentes de experiencias pasadas. Una de las mayores ganancias de las canas tiene que ver con las relaciones construidas en el camino, de contar con colegas, líderes de referencia que han acompañado el propio camino y equipos junto a los cuales se han sacado adelante proyectos valiosos, a quienes puedes seguir sumando y con cuya voz y talento podrás acudir para nuevos retos y visiones
2. Escucha: Con las canas se escucha diferente. No le pertenece a las canas el talento de escuchar, pues hay quienes nunca logran aprenderlo a lo largo de su vida. Lo que sí es propio de las canas, es que se detiene más en el contenido de la conversación que en la forma o al menos se da mayor equilibrio a los dos elementos.
Cuando se es joven, el “tonito” tiene mucho peso en la escucha. Con las canas, entiendes que el “tonito” depende del momento emocional del otro y se privilegia el contenido permitiendo enriquecer a partir de la escucha lo que realmente vale la pena conservar
3. Energía para compartir con los que llegan: Las canas te conectan con los nuevos talentos. En ellos ves potencial, riqueza, innovación, lejos de sentimientos de competencia, envidia o añoranza. Esto favorece mucho la disposición a compartir y aportar con apertura. A entregar capacidad a otros para enriquecer sus propios caminos con la mirada puesta en que todos brillen y no en sentir que la luz de otros te oscurece.
4. Cambio de ritmo: Las canas reclaman reposo en las ideas, impulsan una nueva dimensión de las expectativas acerca de los asuntos que antes parecían prioritarios. Se pone mayor mirada en las consecuencias e impacto de las cosas al reconocer toda la energía que consumen y en consecuencia, sopesar que tanto vale la pena enfocarse allí antes de emprender el viaje.
El cambio de ritmo es quizá una de las tensiones más complejas de agenciar en los equipos de trabajo que tienen en sus filas tanto canas como el ímpetu de los más jóvenes. Este equilibrio que exige conexión y valoración colectiva del aporte de todos, será determinante para marcar la diferencia como equipo en el largo plazo.
Ahora, como dice el dicho: “hay a quien jamás se le notarán las canas” que, en este contexto no es precisamente un piropo. Si bien la edad trae consigo estas ganancias, también depende principalmente del ingrediente más poderoso de todos: la integridad y madurez personal que acumules a cada paso, pues de esto dependerá el verdadero potencial con el que puedas aprovechar tus canas al servicio de un liderazgo potente, transformador y con propósito.
Las canas en el liderazgo permiten incorporar cada experiencia y aprendizaje como riqueza para sumar visión y llevar a los equipos a nuevos horizontes, agudizando la mirada en caminos de mayor potencial para avanzar en el propósito, poniendo en valor, además de la velocidad, la experticia, el rigor técnico, las ideas ya puestas a prueba en otras batallas haciendo mucho más significativas y trascendentes las experiencias cotidianas al servicio del aprendizaje colectivo.
Finalmente las canas ponen en evidencia que la fuerza de un buen líder está en esencia, en que sea una buena persona, con buenas intenciones, que sabe quién es desde lo más profundo de su ser, que es consciente de sus fortalezas y oportunidades y también de su autenticidad; que entiende que está aquí para construir para y con otros, porque sabe que nadie logra nada importante sin la suma de los talentos de los demás.
Por: Laura González
Un aliada experta en la red de Cooltura.
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