Las estrategias de transformación digital se han convertido en una necesidad a priorizar en las agendas corporativas a raíz de la nueva normalidad, lo que ha implicado la digitalización de las operaciones y del trabajo en sí. Hoy en día, las compañías destinan importantes esfuerzos y recursos para implementar metodologías ágiles y así poder prestar un servicio mucho más oportuno y cercano a los clientes; lo que muchas no logran visualizar es que no puede haber transformación si los cambios no involucran a las personas y si no se gestiona la cultura de manera intencionada en paralelo.
Desarrollar una cultura digital implica, en primer lugar, ser capaces de entender que el agilismo no es un fin o un punto de llegada, sino que es un medio para potenciar la cultura y la estrategia, es una metodología que implica el desarrollo de capacidades en los líderes y equipos para obtener mejores resultados, incrementar la productividad, la flexibilidad y el enfoque en el cliente.
Y pilas, porque la agilidad tampoco es hacer las cosas rápido, llenar la compañía de “células de trabajo” o tener tableros llenos de post it.
Ahora bien, la pregunta que surge constantemente es ¿cómo abordar adecuadamente un proceso de transformación digital? y la respuesta es sencilla: sin confianza no hay agilidad.
Primero va el uno y después el dos:
Así como hay empresas que logran entender que las personas son el punto de partida en cualquier proceso de transformación, otras se frustran en su empeño por instalar primero los requisitos, la tecnología y los sistemas técnicos, para luego socializarlas con las personas e intentar generar confianza.
Casi siempre, estas empresas terminan por invertir más de los recursos planteados en procesos de cultura, integración de equipos, cohesión y liderazgo. Si no hay confianza en un equipo de trabajo, los reprocesos no se harán esperar, se pondrán todo el tiempo barreras y excusas que limitan la velocidad para lograr resultados.
Recordemos que las herramientas y metodologías “ágil” (Scrum, Kanban, Scrumban, Design Thinking, Lean, Product Discovery, etc.) Se basan en generar y entregar valor de manera efectiva, constante y continua, revisando constantemente los cambios y adaptándose a ellos, trabajando de manera colaborativa entre equipos de alto desempeño y teniendo como foco siempre la mejora continua.
Estas metodologías son marcos de trabajo que nos permiten practicar la agilidad. Pero si de fondo no hay un compromiso real enfocado en el cambio, la aplicación de estos métodos no dará los resultados esperados.
La agilidad es una mejora continua, cuando hablamos de ser ágil a nivel organizacional nos referimos a empresas que adoptan una cultura que permite obtener estos beneficios mediante un cambio de mentalidad en todos los niveles de liderazgo, no solo de los equipos de trabajo.
La agilidad es la recompensa de la confianza:
Propiciar entornos de confianza entre los equipos orienta la mirada hacia la disposición a ser o a mostrarse vulnerables, a aceptar los errores, levantar la mano y pedir ayuda de manera genuina, a reconocer las fortalezas de cada uno y también las debilidades para sumar y complementarse como equipo y lograr resultados en corto.
La invitación que hacemos es a generar primero entornos de confianza entre las personas para que después sean los mismos equipos quienes planteen los requisitos necesarios de cara al proyecto.
Además de ser la confianza la clave más importante, queremos compartirles 4 puntos adicionales que promueven la agilidad en los equipos y les permiten incrementar la efectividad y los resultados en los procesos.
- Participar de manera activa en debates, críticas constructivas e ideaciones: Los equipos con fuertes lazos de confianza recurren a conversaciones profundas, dan su opinión, argumentan con criterio buscando resolver los problemas de raíz.
- Comprometerse con decisiones y planes de acción aterrizados: La confianza anula el temor al conflicto, los equipos que confían se responsabilizan de sus acciones y plantean estrategias claras y medibles lo que los hace más ágiles.
- Tener una visión común, trabajar en equipo y compartir responsabilidad en el cumplimiento.
- Enfocarse en el lograr resultados colectivos por encima de resultados individuales.
Finalmente estamos hablando de relaciones humanas, de personas de carne y hueso que necesitan entenderse, conocerse, interactuar y alinearse bajo visión común para fluir y movilizarse como un solo equipo. La confianza es la puerta de entrada al éxito, es la base que permite que los equipos fluyan y se movilicen porque no nos sirve llegar solos, nos sirve llegar juntos.
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