Hace más de un año, en Caramelo Escaso tuvimos la oportunidad de trabajar con una empresa que utiliza el chocolate como herramienta de cambio; una empresa que tiene su propósito tan interiorizado que para describirla solo hace falta nombrar algunas partes de este.
Luker Chocolate es una spin-off de CasaLuker y nació debido a la necesidad de centrarse en el negocio B4B. Se ha diferenciado en el mercado por emplear Cacao Fino de Aroma de Origen y como bien lo han anunciado “su sabor no solo refleja la variedad de cacao, sino también la riqueza del suelo y la cultura de cultivo de cacao de su región”.
En su proceso de consolidarse como una marca colombiana, Luker Chocolate entendió el valor de la cultura como ingrediente esencial para conectar a los colaboradores con ese nuevo propósito que los impulsaría a llevar cacao a más de 40 países en el mundo.
¿Cómo lo lograron? Alineando cultura, propósito y estrategia y entendiendo que la cultura es un proceso que se vive a día y se contagia por el comportamiento de sus líderes.
Uno de estos líderes es Cristian Chu, quien llegó hace 12 años a la compañía como practicante y hoy es el Vicepresidente Desarrollo Nuevos Negocios. Cristian se ha convertido en un referente dentro de Luker Chocolate por su estilo de liderazgo y por ver en la cultura la herramienta adecuada para cohesionar equipos y potenciar personas.
En esta entrevista realizada por Carolina Jordán, líder de la Comunidad Cooltura, hablamos con él para conocer quién hay detrás de ese líder, cómo es su modelo de liderazgo, qué ha aprendido de este proceso y cómo ha logrado sacarle provecho a la situación por la que atraviesa el mundo para fortalecer el propósito en su equipo.
Esta es la primera parte de esta entrevista…
Empecemos a conocerlo por sus gustos…
Cristian, recomiéndanos un libro, una canción y una película.
¿Un libro? “Tecnología vs humanidad” de Gerd Leonhard, un libro muy interesante que aborda la transformación digital desde lo humano y sobre todo cuestiona el por qué, por qué una tecnología bien implementada puede aumentar la capacidad del ser humano.
¿Una película? La naranja mecánica.
¿Una canción? En inglés elijo “gravity” de Jhon Mayer y en español me quedo con “té para tres” de Soda Stereo.
Ahora sí ¿quién es Cristian?
Soy un músico frustrado, o más bien en formación, apasionado por las artes, el teatro, la poesía y las letras; futbolista lesionado con grandes sueños de ser defensor central en la Selección Colombia en el mundial del 98, pero la naturaleza no me dio el cuerpo para cumplir ese sueño. Me lesioné y me tocó dedicarme a otras cosas y dentro de esas “otras cosas” me hice ingeniero con la idea de transformar y de dedicarme a la academia.
Soñé con ser doctor en ingeniería pero una vez más, la vida me fue llevando por caminos diferentes y terminó separándome del mundo de la academia, es más, iba a empezar a hacer una maestría en automatización pero la vida me mostró que tal vez esa necesidad de transformar debía aplicarla al sector real y fue en ese punto donde empecé a buscar prácticas y me resultó una opción en CasaLuker. En ese momento yo estaba en Manizales y cuando me llamaron a la entrevista de trabajo me di cuenta que la vacante era para practicante de producción y yo no tenía ni idea de qué era eso, estaba seguro que eso era para ingenieros de producción y estuve a punto de decir que no, sin embargo, era tanto mi deseo de entrar al sector real que acepté y les dije “saben qué, yo no tengo ni idea de qué es producción pero en 3 semanas les prometo que me voy a volver más experto que cualquier ingeniero industrial”; y así fue, a los cinco días me llamaron a confirmarme que había obtenido el puesto: eso fue en el 2008 y ya hoy estoy arrancando en el cargo número 12 dentro de mi carrera en Luker.
¿Qué ha cambiado en estos 12 años?
Primero y lo más importante, ha cambiado mi percepción de transformar, mantengo el mismo propósito pero hace 12 años transformar era desbaratar, armar, construir y volver a desarmar, para mi transformar era la NASA; con el paso del tiempo fui migrando y descubrí que transformar es tomar una materia prima para convertirla en un producto terminado y que también significa tomar esa materia prima, que puede ser una persona y pulirla hasta transformarla en una mejor versión y con más conocimiento, tal vez como alguien lo hizo conmigo.
En estos 12 años también he tenido que cambiar y aprender de liderazgo, cuando preguntan si los líderes nacen o se hacen yo siempre digo que hay una alta posibilidad de hacerse. Luker me dio la oportunidad de tener mi primer cargo de jefatura a los 21 años, nunca se me va a olvidar que una de las personas de mi equipo se había jubilado hacía 3 años, era un técnico de mantenimiento con mucha experiencia, que estaba en su proceso de entrenar gente para su retiro y fue entonces cuando entendí que este ejercicio de trabajar y liderar equipos trasciende los libros y toda la teoría, es una responsabilidad que requiere desarrollar otro tipo de habilidades y me acuerdo que en ese entonces yo no había desarrollado nada y me daban mucho palo porque yo era muy malo dando reconocimiento, no era bueno haciendo feedback y no entendía la importancia de retroalimentar porque yo pensaba que cuando a uno lo contrataban era para hacer las cosas bien y sino uno se tenía que ir. En ese momento dije “un momento, esto no puede ser así, hay que entender a las personas como un todo, los seres humanos tenemos ciclos, tenemos que gestionar al ser humano más allá de las teorías de hace 20 o 30 años” y desde entonces he recordado siempre que un líder si se puede hacer, que hay formas de hacerlo, que hay gente que acompaña para bien o para mal, para enseñarte cómo ser y cómo no, pero es un proceso que toma tiempo, no es de la noche a la mañana pero vale la pena hacerlo
Y después de tantos años ¿qué has conservado? ¿cuáles son esos pilares innegociables que te han acompañado?
En mi casa hay tres cosas que son innegociables: la familia, la disciplina y evitar decir mentiras. La familia porque es lo más importante, la disciplina porque te llevará aún más lejos que tu coeficiente intelectual y evitar decir mentiras para evitar conflicto.
Con estos tres innegociables entré a trabajar y se han mantenido intactos. Con respecto a la familia, hay una creencia en China que dice que la familia no es solo de sangre, sino que familia también son aquellas personas a las cuales le debes honor y lealtad; cuando tu configuras tu equipo de trabajo y como líder dices “yo le debo honor y lealtad a este equipo”, esas personas te lo devuelven con confianza y es muy importante para mi mantener esa esencia familiar.
Por otro lado, nunca pongo en discusión la disciplina y siempre trato de privilegiarla por encima del intelecto, me gusta privilegiar el esfuerzo porque tal como nos enseñó la cultura tolteca, cuando eres disciplinado puedes lograr grandes cosas y esa disciplina te llevará a la meta. Por último, cuando uno crece se da cuenta que no decir mentiras es una de las cosas más difíciles, por eso lo he asociado con la transparencia: decir las cosas como son, no ocultar las situaciones o los problemas, cuando hay un error ser el primero en salir y reconocerlo sin tratar de justificarlo porque para una guerra se necesitan dos frentes y si tú eres el primero en llegar y estás desarmado no hay lugar a conflictos, hay lugar a la construcción y esto siempre va a ser posible cuando uno habla desde la transparencia.
Ya conocemos quién eres y lo que has dejado y conservado en estos años, ahora cuéntanos un poco más ¿qué te apasiona?
Uff… me apasiona tener una idea y verla hecha, tener un proceso en la mente y ver cómo se ejecuta, me apasiona visualizar un producto y saber que el día de mañana hay alguien consumiéndolo, me apasiona ver sonreír a la gente, me apasiona tener personas en mi equipo que después de cierto tiempo se vuelvan más habilidosas que uno. Por ejemplo, te he dicho que soy muy geek con respecto a lo tecnológico y hace unas semanas no supe hacer unas tablas en excel así que llamé a una persona que trabaja conmigo en temas de transformación digital y me lo solucionó fácilmente, pero luego me dijo “pilas que se está envejeciendo” y a mi me dio risa y le respondí “¿o usted se está volviendo más hábil?” y es que es eso, me apasiona ver a la gente crecer, me apasiona ver a la gente que le gusta educarse y revisar nuevos concepto porque creo que la educación es el motor de la transformación no solo en organizaciones sino en la sociedad en general.
También me apasiona hablar en mi casa, con mis amigos o con mi equipo sobre prospectiva, me gusta prospectar, analizar tendencias y filosofar, me gusta estudiar epistemología porque me parece que es importante conocer cómo se forma el conocimiento, en pocas palabras, me gusta discutir de todo y de nada porque es en esa conversación gaseosa donde se genera conocimiento más allá de la expertís del día a día.
En este tema de las pasiones también considero que es importante conectarse con personas que no tengan nada que ver con uno, porque esa relación te hace más creativo y productivo, no estás siempre hablando sobre el mismo tema, no estás siempre hablando de alimentos, consumo y cacao sino que te conectas con otras personas que tienen visiones diferentes y te pueden aportar información nueva para resolver algún problema específico. Para terminar esta pregunta y que no puede faltar, me apasiona el fútbol, me apasiona ver al Once Caldas a pesar de saber que va a perder, me ilusiona verlo ganar en el minuto 87, que nos empaten en el minuto 89 y nos ganen en el 90, me apasionan esas cosas viscerales.
Enfocándonos aún más en el líder ¿qué es trabajar en una empresa que hace del mundo un lugar mejor y usa el chocolate como herramienta de cambio?
Es sentirse cómodo, es sentir que tus opiniones valen, es sentir que equivocarse vale y sobre todo, que se vale aprender de los errores que se han cometido. Luker Chocolate es una empresa que tiene mucho por aprender pero tiene unas fortalezas que hacen que te conectes con sus raíces.
De hecho, en el 2015 me retiré de Luker y solo dos años después atiendo a un llamado para regresar y construir nuevos temas, yo decido aceptar y regreso no por sus resultados financieros, no por su posición en el mercado, sino por sus valores y por sus fortalezas, porque cuando trabajas en una compañía que está ayudando al mundo a ser un lugar mejor utilizando el chocolate como herramienta de cambio no tienes mucho que pensar, es así y es fácil ver el impacto que genera en la sociedad. Solo por poner un ejemplo y que entiendas lo que digo, trabajo en una compañía que le compra a 15.000 agricultores de cacao y este cacao lo convierte en un producto (en mi concepto exquisito) para compartirlo con el mundo y así sacarle una sonrisa a cualquier persona que lo compre en los 46 países del mundo como Nueva York, Japón o Inglaterra.
Somos una empresa que transforma y pareciera la ecuación perfecta, pero requiere de mucho esfuerzo para apoyar al agricultor desde el origen y con todos los problemas que tiene la industria no solo en el país sino en todo el mundo, sin embargo vale la pena y vale la pena ver el impacto emocional que nuestro producto tiene en el consumidor.
Ahora que dices que te sientes cómodo por trabajar en una empresa que permite el error, cuéntanos cuál es ese error más grande que has cometido pero que terminó en un acierto y cuál es ese error que definitivamente sientes que te equivocaste y por nada del mundo lo volverías a cometer.
El primero, un error que valió plata pero que si no lo hubiera hecho en su momento no hubiera pasado lo que fue un éxito de otro proyecto que tuvimos recientemente:
En 2011 o 2012, no recuerdo bien, me equivoqué en un proyecto desde el planteamiento hasta la formulación, este error representó una sobreejecución del 16% del presupuesto, en ese momento estábamos trabajando para sacar adelante el montaje de una línea de producción que hoy en día es la que produce chocolate en polvo. ¿por qué me equivoque? Por no haber formulado el proyecto desde mi experiencia, por no levantar la mano en su momento y pedir ayuda, necesitábamos una máquinas de Alemania y no me percaté de decir “tengo que viajar a Alemania para revisar la maquinaria porque tengo dudas”, no lo hice porque, como comenté anteriormente, pensaba que si me habían contratado era porque yo sabía y no podía decir lo contrario, así que seguí adelante, consultaba en Google me compré un par de libros y pensé que lo tenía todo resuelto pero no, pecado número tres, era un proyecto que necesitaba ayuda de terceros y que yo solo con mi equipo no era capaz de sacarlo adelante, necesitaba consultores, arquitectos, un equipo de expertos, era un proyecto de dos mil setecientos millones de pesos y yo me sobremonte en un 16%.
Pero bueno, menos mal lo hice, menos mal me equivoqué en ese punto. A partir de ese momento y aprendiendo de los errores, se vino una serie de resultados exitosos en términos de montaje de ingeniería para Luker. Acabamos de terminar el plan maestro industrial y logístico que lo ejecutamos en 18 meses y con un costo de cincuenta mil millones de pesos que superó las expectativas en términos de alcance, tiempos y recursos, sin embargo, la gente solo ve el éxito del proyecto pero yo sé que detrás hay no tres sino cinco intentos, la gente dice que la tercera es la vencida pero en mi caso fue a la quinta: el primer plan maestro fue un desastre, en el segundo tuvo problemas de formulación, el tercero se ejecutó a medias, el cuarto no fue tan relevante y por fin en el quinto lo logramos y todo gracias a que hace 8 años permitieron que me equivocara y aprendiera en dos mil setecientos millones de pesos y no ahora en cincuenta mil millones de pesos.
Ahora, un error que si fue error y que hasta ahora lo siento fue el primer retiro que tuve que hacer; fue un retiro precipitado y me dejé llevar por las opiniones de las personas, digo que tomé la decisión con el hígado y es una embarrada muy grande porque uno se sienta con una persona en un proceso de retiro con argumentos, pero justo en la primera experiencia no los tenía.
Hoy en día no tengo la cuenta de cuántos procesos de retiro he llevado a cabo, pero aún me siento mal por esa primera vez; pienso que en estos procesos uno debe sentarse con la persona y ya con solo la mirada saber qué va a pasar, pero saberlo porque saben que hiciste la tarea como líder, que lo retroalimentaste, que lo acompañaste y buscaste todas las soluciones necesarias, que lo acompañaste en la gestión y en el resultado y que fuiste transparente, es en ese punto, ese es el mejor regalo que le puedes dar y en el primer caso yo no lo tuve y es lo que menos disfruto como líder.
Ahora que lo mencionas, ¿qué es lo que más disfrutas de ser líder y qué definitivamente no?
Lo que más disfruto es el pluralismo y tener discusiones diversas, sentarme en una mesa tirar una idea y que hayan 3 o 4 voces que digan que no están de acuerdo, eso me gusta porque si yo estaba medio seguro de esa idea y salen 4 personas a decir que no están de acuerdo, estoy seguro que lo que discutamos en las próximas horas va a permitir que surja una idea inmensa.
Como me apasiona el fútbol, disfruto conformar equipos y estudiar modelos de liderazgo alrededor del deporte en general, por el simple hecho que el deporte está lleno de gestión de alto rendimiento y de disciplina y a mi me gusta hacer esas analogías. Si tu ves, en inglés los directores técnicos y los entrenadores son coach, el coach del Barcelona o el coach del Real Madrid, y son coach porque tienen en su equipo a los mejores del mundo y tiene que trascender la parte técnica para elevar el espíritu de las personas y motivarlos a dar más de lo que saben que pueden dar.
Por otro lado, lo que no me gusta o no disfruto de ser líder es que no me gusta exigir, hay cosas que naturalmente no me fluyen y exigir es una de ellas, no me gusta decir para tal día tienes que entregar esto y tal día revisamos esto otro para que me lo entregues, porque creo que cuando el mensaje que doy como líder está claro, todo el equipo está alineado con la estrategia que construimos y hay coherencia entre lo que estamos hablando yo no debería exigir. No me gusta cuando las personas fallan en los compromisos porque ahí me toca exigir y esa parte me desgasta, me siento incapacitado para exigir y no me gusta ese lenguaje de exigencia, prefiero el lenguaje de “súbase al bus si quiere y vamos todos para el mismo lado”, por esto me gusta la cultura, porque lo acompaña a uno en este proceso de no exigir pero sí sumar. Muchas veces en las organizaciones los procesos y las áreas dependen cien por ciento de su líder y así no puede ser, todas las responsabilidades no pueden depender de una persona, porque si uno como líder no trabaja para sobrar está haciendo mal su trabajo.
Tampoco me gusta la instancia de retirar gente, disfruto acompañar, formar, orientar y hacer todo lo que esté en mis manos para que las personas mejoren sus habilidades, pero cuando sabes que no puedes hacer más y cuando sabes que tienes que retirar a alguien del equipo, se siente cierta frustración porque es como si fallara en mi modelo, siento que en parte es responsabilidad mía llegar hasta ese punto.
Es interesante encontrar líderes que tienen sus bases claras y cimentadas en cultura, en tu caso ¿cuáles son esos rituales que te han servido para fortalecer cohesionar a tu equipo y vivir la cultura en el día a día?
Bueno, en esta situación diría que tenemos rituales preCovid y Covid…
Empecemos por los rituales preCovid: con el equipo me gusta tener conversaciones diferenciadas donde hay unas reuniones muy estructuradas para hacer seguimiento gerencial típico donde sigues objetivos y resultados, también hay sesiones de uno o dos días por fuera donde viajamos a municipios, hacemos deportes extremos, nos conectamos con lo que somos o simplemente salimos a jugar bolos, no voy a inventar y decir que son reuniones técnicas y de seguimiento, no, son espacios que tenemos como equipo y que se han convertido en rituales y ya.
Pero eso si, cuando salimos a jugar bolos por ejemplo, en nuestro equipo tenemos dos bandos y en esos momentos nos mezclamos y cada bando juega según su estrategia, esto me gusta hacerlo para que las personas entiendan que dependiendo del objetivo uno está en un bando o en otro y que no importa que tu y yo pensemos diferente sobre una situación o un tema en particular, esta noche estamos aquí jugando bolos en el mismo bando y eso es el único objetivo que tenemos: pensemos juntos la estrategia, armemos el equipo y disfrutemos del momento.
Ahora con toda esta contingencia, hemos trasladado algunos rituales y son los que llamamos rituales Covid, por ejemplo, la celebración de los cumpleaños sigue y es el mismo ritual pero de manera virtual, hacemos el grupo de whatsapp, planeamos qué vamos a hacer, qué le vamos a regalar al cumpleañero y nos conectamos por zoom media hora, cantamos, nos reímos, hablamos de cómo estamos viviendo esta situación, cómo está la familia, cuáles son los retos que tenemos, etc.
Somos un equipo y me he esforzado por tener un equipo no solo de 8 horas en la oficina, porque sencillamente ya no existen esas 8 horas, hace meses que no veo a mi equipo completo pero los siento como si estuvieran al lado mío y aquí hay una clave: es importante lo que nosotros como líderes logramos construir por fuera de lo laboral para fortalecer al equipo, si antes no te preocupaste por tener un equipo cohesionado más allá del resultado y las 8 horas de oficina, de tener empatía y generar confianza, va a ser muy difícil que lo logres en este momento a distancia, hoy estás cultivando lo que has hecho como líder y por eso los rituales terminan siendo mágicos.
Te invitamos a seguir conectado con la Comunidad Cooltura para que conozcas la segunda parte de esta entrevista a Cristian Chu, Vicepresidente Desarrollo Nuevos Negocios de Luker Chocolate.
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