La palabra ecosistema la podemos definir como “un conjunto de elementos que se relacionan entre sí, buscando que cada quien tenga claro su lugar para mantenerse en equilibrio”. En el mundo empresarial, hacemos el símil del ecosistema para entender cómo una compañía debe tener todos sus elementos (procesos, tecnología, infraestructura, talento, etc) en su lugar para tener un entorno sostenible y productivo.
¿Qué significa tener un ecosistema en equilibrio?
En primer lugar, para lograr el equilibrio debemos entender que el centro de todo son las personas y son ellas quienes se encargan de darle visión y dirección. Ellas se relacionan a partir de actuaciones, comportamientos, hábitos y rituales; con esto reforzamos la importancia de conocer muy bien cada ecosistema, pues como hacemos las cosas diariamente es lo que finalmente se vuelve nuestra cultura.
En este sentido es vital sumergirnos en cada compañía, entenderla desde sus formas de actuación y comportamientos para trascender las percepciones y convertirlas en datos reales que nos permitan identificar esas acciones concretas que se han instalado en lo más profundo, eso que hacemos sin darnos cuenta y que hace que nuestra cultura sea de una u otra forma y además, la razón por la cual a veces sin ser muy conscientes de los motivos, queremos instalar nuevos comportamientos, pero no lo logramos.
En segundo lugar, volviendo al titular, equilibrio no significa perfección y es en este punto es donde queremos sumergirnos. Tenemos muy arraigada la creencia de que equilibrio es sinónimo de felicidad y tranquilidad permanente. Pero la felicidad es solo una de las emociones, a la que se le suma el miedo, la ira, la tristeza entre otras; hacen parte de nuestro día a día y hay que aprender a vivir con todas ellas.
Quisiera recordar una historia contada por Disney Nature en su documental “El reino de los monos”, historia basada en un estudio real del comportamiento de estos animales en su vida ordinaria:
“Es así como el Reino de los monos se centra en Maya, una integrante de la manada que hace parte del eslabón más bajo de la cadena del grupo y es una trabajadora incansable. Maya queda en embarazo por un mico no aceptado en la comunidad, por tanto, qué despropósito, es una madre soltera, luchando en contra de las inclemencias de la naturaleza y además, con las circunstancias de discriminación de la manada a la que pertenece”.
Sin profundizar científicamente ni biológicamente en el por qué de esta situación tan particular, vemos muchos parecidos con nuestras relaciones humanas porque incluso la naturaleza tiene manifestaciones de desacuerdos, diferencias, de ira y de inconformidad.
El mensaje está claro: cuando hablamos de equilibrio en los ecosistemas, permitamos que haga parte de sus dinámicas la tensión, recordemos que sin tensión no hay transformación. Hay que sentir miedo para poder vencerlo y descubrir nuevos lugares, nuevas formas de hacer las cosas, ira para poder expresarla y enfrentar conversaciones nutritivas que lleven a nuevos horizontes.
La confianza solo nace en entornos donde la autenticidad es protagonista, y si somos auténticos a veces tenemos miedo, ira o cansancio, no somos perfectos. Por eso cuando hablamos de conexión con el propósito y con la compañía, no son estados de felicidad absoluta, es tener claro que estamos actuando desde nuestras fortalezas y nuestra naturaleza y eso nos hará sentirnos mejor en el lugar donde trabajamos; pero así estemos viviendo desde nuestro propósito y nuestras convicciones, tendremos momentos de incertidumbre, altibajos, discusiones, cansancio y frustraciones.
La clave es siempre estar trabajando en cada uno para que no recaiga en factores externos nuestra felicidad y así tampoco le pediremos a los ecosistemas empresariales más de lo que pueden darnos. Cuando entendemos que ese ecosistema en equilibrio significa que cada uno esté conectado, que la confianza se vuelve vital, que todos vamos hacia el mismo lugar pero valorando la diversidad, lograremos equipos más autónomos, más conscientes de su propósito, desarrollando su maestría, para lograr al final, contribuir con lo mejor que tiene cada uno para sumar a esa visión colectiva, que se propuso cada compañía.
Por: Susana, miembro de la Comunidad Cooltura
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