El ejercicio de comprender la cultura eleva la importancia de conocer muy bien cada compañía… Entender en profundidad qué mueve a cada persona para conectarla nos reta a trascender las percepciones para identificar esas acciones inconscientes que se han instalado de manera profunda y que definen la forma como nos comportamos.
Comprender la cultura nos aporta los mecanismos y herramientas necesarias para garantizar la adaptabilidad, sostenibilidad y evolución que requiere cada persona para mantenerse en equilibrio dentro del ecosistema y conocer cuáles son esos rasgos que nos potencian o limitan nos permite trazar un mapa de ruta hacia el reto estratégico poniendo en evidencia esas brechas a nivel de tecnología, infraestructura, estructura y procesos que deben gestionarse, y las necesidades que se deben trabajar de la mano de las personas para cumplirlo.
Las ciencias del comportamiento han permitido aplicar métodos para gestionar la cultura de una organización de una manera diferente, siendo estos cada vez más exactos y precisos. El neuromárketing, la psicología, la antropología, la psicometría y la analítica han permitido respaldar con datos la información que antes podía ser más difícil de identificar. Como por ejemplo, cuando como organización no comprendemos por qué si hacemos todo lo que está a nuestro alcance desde formación y desarrollo, no logramos instalar un mensaje, movilizar un comportamiento o cambiar una actuación.
Trascender las percepciones:
Esta necesidad de inyectarle método y rigurosidad al proceso de comprensión parte de aquellas situaciones donde la lectura de los comportamientos se realiza únicamente desde las percepciones sin entrar a comprender en profundidad la verdadera razón que motiva el comportamiento. Pasa cuando se conectan diferentes sucesos o situaciones que parecen tener conexión pero que se quedan en la superficie.
Las percepciones se enfocan en opiniones individuales y argumentos subjetivos que se limitan por las experiencias vividas, ya que la opinión tiene el alcance de lo conocido; lo que termina por anular la riqueza de contar con diferentes miradas o puntos de vista. Ojo, esto no significa que las percepciones no sean valiosas para comprender los comportamientos; es más, si nos paramos desde el análisis antropológico y psicológico, la lectura de las percepciones, motivaciones, actitudes y prácticas hacen parte fundamental del proceso para comprender los comportamientos desde adentro es decir, para entender por qué y para qué lo hacen. El punto está en resaltar la importancia de sumar percepciones, de no quedarse con una única mirada, de contrastar la información con herramientas y datos que aporten objetividad al proceso.
Pongo un ejemplo: cuando vas al médico porque te sientes mal o sabes que algo no está funcionando bien, esperas que el doctor desde su conocimiento haga un diagnóstico inicial, te diga lo que cree que puede estar pasando (percepción) para que luego confirme su hipótesis con la ayuda de exámenes médicos o apoyado en la expertís de otros especialistas. Todo esto para tener un diagnóstico más aterrizado y poder ofrecer un procedimiento o tratamiento al malestar. Lo mismo pasa con la cultura, para movilizar o cambiar una actuación que se ha instalado en lo más profundo, hay que comprender cuáles son los motivos y razones de ser de ese comportamiento, el contexto que lo rodea y las emociones que activa.
Es por esto que declaramos que llegar a lo más profundo de las personas requiere método. Entender los comportamientos, actuaciones y hábitos trasciende las percepciones individuales, y nos invita a entender cómo se relacionan las personas, cómo viven su día a día, que los motiva a hacer las cosas que hacen, ya que estos aspectos son los que terminan por definir la cultura de una organización, sus creencias, valores y principios compartidos.
Por: Saris
Experta de la red Cooltura.