Narrar historias implica construir significados, los cuales deben partir de las experiencias para que cobre sentido el mensaje que transmitimos. Las narrativas se vuelven poderosas cuando se conectan con la emocionalidad de las personas, así que lograrlo nos pone en la tarea de hacer una lectura profunda del contexto, requiere de empatía para vincularse desde la emoción y el verdadero sentir. Es por esto que en la mayoría de casos es necesario haber realizado en las empresas una comprensión de cultura o algún ejercicio de entendimiento de esta, que pueda brindarnos los elementos simbólicos necesarios que requiere la construcción de la narrativa. No podrá ser un ejercicio aleatorio, improvisado o pensado únicamente desde su estética visual.
Las narrativas son cómo realmente contamos las historias y se convierten en ese vehículo comunicacional que nos sumerge, nos contagia, nos conecta con esa intención que queremos transmitir; suena sencillo, sin embargo, la realidad al interior de las empresas es otra, y muchas veces lo más difícil es lograr que las personas se conecten con esos mensajes e historias que quiero transmitir.
Es común escuchar comentarios como “es que les hemos enviado de todo y no entendemos por qué no comprenden” o del estilo “ya compartimos un e-mail y lo apoyamos con un boletín” aún así la sensación de desconexión es evidente. Y es que fácilmente caemos en la trampa de enviar o compartir un mensaje porque tiene una gráfica bonita, y pensamos que este aspecto hará que las personas lo interioricen y se movilicen, pero la realidad es que detrás de una narrativa se encuentran muchos elementos de valor que suman a la estrategia y que al presentarlos de manera coherente es cuando se logra conectar y exaltar su poder.
3 claves poderosas:
- Construir un buen concepto que se conecte con el contexto, la situación de las personas y de la organización requiere de una idea, un concepto creativo y de verbalizaciones o frases.
- Apoyarse de herramientas gráficas y audiovisuales que aporten en la experiencia de vivir ese concepto para conectarse.
- Elegir los canales o medios adecuados para exaltar la experiencia, piezas que permitan replicarla, ponerla en conversaciones y entregársela a las personas.
Las narrativas nos montan en una película de la que no nos queremos bajar, los conceptos poderosos nos envuelven, y permiten concertar acciones aisladas bajo un mismo propósito. ¿Y si hablamos de una carrera de carros para hablar de las metas comerciales? donde empezamos a asociar conceptos como tener un objetivo o meta de llegada, así como también se le suman elementos comunicacionales como trofeos de reconocimiento, las rutas o pistas de planes estratégicos o quizás no hablamos de un fin sino de un medio y un barco que cruza el mar en turbulencia es ese concepto que necesitamos, y hablamos de los tripulantes, del capitán, las velas y el timón que orientan la dirección de navegación. Las posibilidades aquí son infinitas.
El reto más grande que se tiene a nivel de comunicación organizacional es lograr que el mensaje sea escuchado y que movilice las acciones que se desean impulsar.
Las narrativas son un vehículo muy poderoso para transmitir estos mensajes, y vale la pena aclarar que estas no se encuentran escritas sobre piedra, son historias vivas que deben ir al ritmo de los acontecimientos, del contexto y de la situación que rodea a la organización.
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