Hoy en día podemos encontrar mucha información sobre las cualidades que debe tener un buen líder, cómo serlo y cómo aplicarlo en las organizaciones; sin embargo, uno de los escenarios en los que de manera más potente se reta la capacidad de liderazgo se demuestra en los momentos de crisis. No se trata solo de inspirar a tu equipo, sino de lograr que cada uno comprenda que se espera de su rol, se conecte con la contribución del equipo y de lo mejor de sí en todo momento, y esto incluye situaciones complejas.
Los momentos de crisis hacen referencia a aquellos eventos inesperados o inevitables que pueden afectar de manera crítica la actividad de una organización, su estructura, sus finanzas y a sus personas. Las crisis ponen en peligro la supervivencia de las organizaciones y también posibilitan que brille la contribución de cada uno debido a los altos niveles de incertidumbre que genera el cambio, el desconocimiento, el no estar preparados, la ansiedad de futuro y la falta de control.
Todas estas situaciones requieren una gestión cuidadosa por parte de líder debido a su gran complejidad, y deben abordarse desde un alto nivel de conocimiento y especialización. Pocas veces estamos preparados para enfrentar situaciones así, pero es ahí donde está la clave, trabajar de manera colectiva bajo un mismo propósito.
Tanto las organizaciones como las personas ven sus capacidades de reacción limitadas y tensionadas; es por esto que el líder cobra toda la relevancia para tomar decisiones asertivas, coherentes para movilizar acciones, guiar la manera como enfrentan la incertidumbre y entregar herramientas para alcanzar un objetivo común.
Son los valores de las personas y por ende los de la organización los que cimientan los pilares para afrontar cualquier situación de crisis. La cultura es la fuerza que une intenciones individuales, que construye lazos, crea puentes de comunicación para acercarnos, para unirnos y reconectarnos en medio de la incertidumbre, la cultura es eso de lo que yo como líder me puedo “pegar” para salir adelante en una crisis.
Empecemos por no perder la empatía:
Es claro que los momentos de incertidumbre no nos pueden hacer perder los valores, no podemos perder la empatía que la colectividad requiere para salir adelante, debemos cuidar la confianza para que no caiga en desconfianza, la cercanía para no caer en sensación de vacío y soledad, los rituales y los lazos para que no caigamos en el individualismo, porque la ley del más fuerte nos impide entender las necesidades del otro, sus frustraciones y limitaciones. Podemos perder la ruta que nos permite alcanzar ese objetivo común.
Las situaciones de crisis nos alejan, nos ponen a prueba para hacer las cosas de una forma diferente, de todos depende que en este proceso de reinvención sigamos en contacto con calidez, con una sonrisa, tendiendo la mano al que más lo necesita.
El foco está en las personas, en su bienestar físico, psicológico y emocional; como líder debes poner a las personas en el centro, aportando claridad y transparencia en las decisiones, en las prioridades y los objetivos. Dale la confianza a tu equipo, genera espacios de iniciativas, reconoce el trabajo y las buenas ideas. Los mensajes que se orienten a la contribución de cada uno para cumplir el propósito común se deben reforzar. No significa que bajes la guardia en la orientación a la tarea y los resultados, por el contrario, ganas responsabilidad y compromiso.
También debes considerar a los demás actores que intervienen con la organización, no puedes desatender a tus clientes, proveedores y aliados en momentos de crisis, el reto está en superar juntos la situación.
Vincula tu propósito movilizador con un despliegue de acciones de responsabilidad social corporativa que den ejemplo y que involucren a todos los actores posibles, porque unir en tiempos de crisis es clave.
Finalmente el gran reto está en capitalizar aprendizajes y que todas estas buenas prácticas y comportamientos que se han visto impulsadas por la crisis, se consoliden a futuro y se integren para potenciar organizaciones más humanas, con líderes más cercanos y culturas más colaborativas.
Es un llamado a poner la cultura en acción para sacar lo mejor de cada uno y de las organizaciones.
Por: Sara Vélez
Un aliada experta en la red de Cooltura.
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